La Liga Nacional merece un premio mejor por Leandro Ginobili, Fox Sports International

Hace una par de semanas que comenzó la Liga Nacional de Basquetbol en la Argentina, tal vez la competencia basquetbolística más importante del continente, sacando obviamente la NBA, con una organización bien federal y el esfuerzo increíble de muchos dirigentes para llevar adelante a sus respectivos clubes.
Competencia que lleva ya 26 temporadas de juego y fue la responsable de dar vida a la generación dorada, que nos ha dado a los argentinos la posibilidad inédita -y tal vez irrepetible- de estar entre los cuatro mejores en los dos últimos mundiales y en el podio en los últimos dos Juegos Olímpicos.

Sin embargo, parece que en nuestro país todavía nadie se enteró. Uno intenta leer en los diarios nacionales algún comentario, estadísticas o por lo menos alguna apostilla referente a nuestra Liga y es difícil encontrarlo. Ni hablar en televisión: ni siquiera los canales de deportes en sus noticieros pasan imágenes de lo ocurrido en el fin de semana.

Y si hay suerte y se puede ver algún resumen en algún medio que se arriesgó a pasarlo es un compacto patético con una par de jugadas sin trascendencia, seguramente de partidos que se definieron en la última bola.

Uno no es necio y sabe de la importancia del futbol en nuestro país. Es claramente el deporte número uno, dos y tres del país, a lo que se suma la centralización que tiene, algo que es al revés del basquetbol, donde hay equipos en la Liga que representan a 9 provincias del país, sin contar que Boca jugará por un acuerdo varios juegos en Chaco, por lo que sumarían 10 las provincias involucradas.

En la Primera División del futbol argentino, de los veinte equipos participantes, 17 están en una radio de 250 kilómetros de la ciudad autónoma de Buenos Aires (60 por ciento de la población argentina). Solamente Colón de Santa Fe, Godoy Cruz de Mendoza y Atlético Tucumán escapan a ese centralismo.

Si a todos estos factores sumamos el bombardeo permanente -y casi excluyente- que hacen los medios no solo de los goles de la fecha, situaciones de gol y polémicas (totalmente necesario), sino que también la expansión a informaciones como qué comió el 9 de Arsenal, dónde fue a dormir el 3 de River y si el 4 de Boca se peleó con la mujer.

A eso hay que anexar, además, y como si fuera poco, la prioridad que tienen las imágenes de partidos de la B Nacional, Primera B, C y D, Torneo Argentino A y B y el fútbol internacional, haya o no argentinos en él, sobre los demás deportes.

Habría que revisar también la necesidad de pasar las declaraciones de jugadores y técnicos que en un 90 por ciento de los casos no tienen nada de interesante y expresan siempre lo mismo, lo que le resta espacio, aunque sea poco, a deportes de los cuales nos acordamos y le exigimos resultados cada cuatro años en los Juegos Olímpicos.

Dentro de esos, lógicamente, está el basquetbol, deporte que nos ha dado las más grandes alegrías en la última década y que ha sido premiado en una señal de deportes nacional con un programa de una hora que va los jueves a la una de la madrugada.

Vuelvo a repetir que no soy necio, sé lo que significa el futbol en el país. Es más, también me gusta verlo. Pero ninguna sobredosis es buena y hace tiempo estamos sufriendo de ese mal, ahora potenciada por la intervención estatal en el deporte rey, cuestión que no parece errónea si se utilizara todo lo que genera el fútbol como negocio para intentar con esos recursos alimentar a las demás, disciplinas.

¿Ejemplos? Construir una cancha de remo digna, comprar elementos modernos para los deportes que lo necesitan (yachting y ciclismo, entre otros), traer a los mejores profesores de distintas disciplinas, subvencionar viajes a competencias internacionales, crear escuelas a nivel nacional para captar talentos desperdiciados actualmente dándoles las armas para que se desarrollen y miles de cuestiones más.

¿Estaremos pidiendo demasiado? ¿Seremos demasiado ilusos? O debemos dejar todo librado a que la madre naturaleza nos siga brindando talentos naturales con ganas de mendigar y golpear infinidad de puertas para tener la posibilidad de representar a nuestro país.

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Leandro Javier Ginobili